Cuando alguien empieza a correr, lo más común es querer ir rápido desde el principio. Sin embargo, esa no suele ser la mejor estrategia para progresar. Al contrario, la clave está en entrenar de manera más lenta y prolongada. Correr a un ritmo cómodo no solo reduce el riesgo de lesiones, sino que también permite que el cuerpo se adapte mejor al impacto y al esfuerzo. La resistencia y la constancia siempre serán más importantes que la velocidad inicial.
Al priorizar la duración por encima de la intensidad, el corredor principiante desarrolla una base aeróbica sólida. Esta base es la que le permitirá, con el tiempo, sostener ritmos más altos sin agotarse tan rápido. Es como construir los cimientos de una casa: si no son firmes, todo lo demás se tambalea. Un corredor que dedica sus primeros meses a sesiones más largas y lentas logrará una mejora sostenida y disfrutará más del proceso.
Un método muy utilizado para quienes están dando sus primeros pasos es el CA-CO (caminar-correr). Esta técnica consiste en alternar minutos de carrera suave con intervalos de caminata. De esta manera, se consigue aumentar el tiempo total de actividad sin exigirle demasiado al cuerpo. El CA-CO ayuda a ganar confianza, a fortalecer músculos y articulaciones, y a incorporar el hábito de entrenar de manera progresiva.
Lo más importante es entender que correr no se trata solo de velocidad. Aprender a ir despacio es, paradójicamente, lo que te permitirá ir rápido en el futuro. Un corredor principiante que respeta el proceso, utiliza métodos como el CA-CO y se enfoca en correr más tiempo en lugar de más rápido, estará construyendo una relación duradera y saludable con este deporte. Porque en el running, la paciencia siempre termina pagando.
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